El 28 de junio celebramos el día Mundial del Árbol, instaurado por el Congreso Forestal Mundial realizado en Roma en el año 1969. El objetivo de esta fecha es recordar a la ciudadanía la enorme importancia que tienen los árboles para el medio ambiente.
Algunos de los principales beneficios que nos aportan los árboles es la purificación del aire, a través de su oxigenación, le reducción de ruido, la prevención de la erosión de los suelos, producción de C02, cobijo a diversas especies de aves y animales, entre otras cosas.
CODEFF y Día Mundial del Árbol
La importancia de la protección de los árboles, en especial de especies nativas, fue abordada desde el programa Bosque de CODEFF, coordinado desde 1987, por el ingeniero agrónomo Hernán Verscheure. A lo largo del tiempo se desarrollaron innumerables proyectos con propósitos de promover el manejo sustentable del bosque nativo, reconociendo sus servicios de conservación del suelo y agua, y se promovieron campañas de protección de especies como la Araucaria.
En un trabajo permanente y continuo en casi 50 años de existencia de CODEFF, los profesionales que han participado antes y durante el programa, realizaron estudios, investigaciones, monitoreos, y denuncias en los medios de comunicación y organismos nacionales e internacionales. Todo ello para proteger a las especies amenazadas y poner fin a las prácticas de destrucción del bosque, sensibilizando respecto de sus multifunciones y beneficios. Esta tarea posicionó a CODEFF como un referente en el tema, siendo considerado en las discusiones en materias de elaboración de políticas y leyes, y ser parte de consejos forestales.
En este día, CODEFF les entrega 8 consejos para el cuidado de un árbol:
Los árboles constituyen una tecnología natural increíble. Generalmente llamados los pulmones del planeta, los árboles vivos de los bosques “inhalan” dióxido de carbono (CO2) del aire. Los bosques sanos limpian el aire y regulan el clima.
Los árboles sostienen la vida: benefician a las personas, a las plantas y a los animales por todo el trabajo invisible que realizan como almacén de carbono. También ayudan a controlar el clima del planeta y las precipitaciones.
Plantar árboles en bosques dañados o talados crea un cultivo de árboles jóvenes consumidores de carbono. A medida que crecen los árboles –a lo largo de 50 a 100 años– absorben CO2 del aire y, a su vez, recuperan el hogar para pájaros y para la vida silvestre.
El consenso científico sostiene que mientras mantengamos gases que atrapan calor, como el CO2, en la biomasa –el tejido vivo de los árboles– podremos reducir las alteraciones relacionadas con el clima como las tormentas poderosas, inundaciones y sequías grandes. Los árboles, por lo tanto, nos protegen.
Anualmente, se genera más contaminación por la pérdida de bosques que por el transporte mundial – aviones, trenes, automóviles y barcos en conjunto. La deforestación produce 15% de las emisiones de CO2 anuales en todo el mundo. Los suelos perturbados –junto con las ramas y hojas podridas– hacen que el carbono sea liberado al aire. Reduzcamos las emisiones preservando nuestros bosques.
La tala de árboles y bosques, muchas veces, se convierte en parte del problema del cambio climático. Cuando se talan árboles por su madera o para combustible –o cuando se queman los bosques para la agricultura– su CO2 almacenado se libera al aire y, de esta manera, genera que el planeta se caliente. Evitemos la deforestación.
Los índices más altos de deforestación se observan en países en vías de desarrollo. Si las personas tenemos incentivos reales para proteger nuestros bosques, el mundo puede reducir una de las principales causas del cambio climático.
Planta siempre un árbol nativo asociando varias especies para que se apoyen en su crecimiento.